Dima’s Backpack
“Ahora vamos a hacer un poco de ejercicio”, Ariel se para en el centro de la pequeña sala, nos sentamos hombro con hombro en un círculo cerrado, el segundo día de incorporación de los 11 nuevos facilitadores comunitarios de Vida Plena.
“Imagínate que estás a punto de emprender un viaje largo, uno en el que quizás nunca vuelvas a casa. Estás empacando tu mochila, ¿qué vas a traer contigo? Ahora bien, esta es una mochila mágica, por lo que puedes guardar no solo los elementos físicos que necesitarás, sino también todas las personas y cosas especiales que desearías poder llevar”.
Me considero un viajero experimentado, así que rápidamente y con confianza empiezo a escribir mi lista muy práctica (documentos legales, fotografías, cargadores, bloqueador solar, repelente de insectos, Advil, dinero extra, un diario y un bolígrafo) y continúo hasta que pienso con orgullo que He escrito los elementos más críticos que probablemente necesitaría.
“A continuación, toma tu lista y dóblala en 4 partes”. Lo seguimos atentamente. “Ahora rompe tu lista a lo largo de los pliegues y tira al azar tres de las cuatro partes”. La consternación se extiende por todo el grupo. Queremos resistir y aferrarnos a nuestras listas cuidadosamente redactadas.
“Esto es precisamente lo que les sucede a las personas que son refugiados: hacen las maletas para el viaje trayendo consigo todo lo que creen que necesitarán, y con demasiada frecuencia les roban, les engañan y las circunstancias les obligan a dejar atrás. mucho de lo que es más valioso”. Todos guardamos silencio mientras asimilamos esa realidad.
Miro la esquina de mi periódico para ver lo que me queda. Lo único que está escrito allí es una palabra: “bolígrafo”. Parece que no me fue muy bien en nuestro pequeño escenario hipotético.
A mi lado está Dima. En voz baja la escucho decir: “así es exactamente como es”, con la voz entrecortada por la emoción. Como refugiada venezolana, no necesita un ejercicio hipotético. Gentilmente, Ariel le pide que lea la lista de lo que puede llevar consigo:
- mi hijo
- mis documentos
- mi celular
- mi sentido del humor
Luchando por contener las lágrimas, luego lee la lista de cosas que tuvo que dejar atrás:
- cocos frescos
- atardeceres sobre el océano caribe
- mis amigos de la infancia
- mi madre
- mi hija
- mi coraje
La razón por la que les cuento esta historia es porque captura la esencia de Vida Plena: acompañamos a personas que están sufriendo, las conectamos con un grupo de personas que las apoyan para ayudarlas a procesar y superar ese dolor y, en última instancia, convertir esa experiencia en su fuente de fortaleza para cuidar de los demás.
Dinámica y fuerte, no es exagerado decir que Dima es una de nuestras facilitadoras más comprometidas y talentosas, y una parte importante de eso se debe a que comprende de primera mano las realidades de las personas a las que servimos. Terminé el fin de semana de incorporación con esta cita de CS Lewis:
Muchas veces, los desafíos de la vida preparan a la gente común y corriente para un destino extraordinario.
Al escuchar la historia de Dima, sé que es verdad.
– Alegría
octubre, 2022
Quito